Pocos escaladores pueden atribuirse la influencia en la comunidad que ha tenido Royal Robbins. El californiano, nacido el 3 de febrero de 1935 y fallecido ayer 14 de marzo de 2017, ha sido una de las grandes figuras de este deporte. No sólo por sus realizaciones de alto nivel para la época, sino también y más importante, por elevado un sentido ético que lo llevó a ser un pionero en nuevas técnicas de big wall y, junto con Yvon Chouinard, sentar las bases de un cambio de mentalidad en la cultura de la escalada, para dirigirla hacia una mayor preservación de la roca mediante la escalada limpia y en libre.
Royal Robbins descubrió la escalada en una excursión a Yosemite cuando tenía 15 años y enseguida supo que aquello era lo suyo. A finales de la década de 1950, muchas de las verticales paredes del valle no se habían escalado todavía y parecían algo inaccesible, un escenario ideal para la aventura y la exploración. En 1957, Royal Robbins protagonizó su primera gran ascensión, la primera de la Northwest Face al Half Dome, con Jerry Gallwas y Mike Sherrick.
Los años sesenta fueron los que concentraron su mayor y mejor actividad como escalador y habitante del famoso Camp 4 yosemitero. Inauguró la década en 1960 con la primera repetición de The Nose, que a la vez fue la primera escalada continua de la vía de referencia de El Capitan. No dejó en la pared ninguno de los pitones hechos a mano por Yvon Chouinard. En 1961, realizó la escalada de big wall más dura del mundo, con la primera ascensión de Salathé Wall, también en El Capitan, con Tom Frost y Chuck Pratt.